El profesor Juan Carlos Postigo colgó el pasado mes de octubre el chándal, dejó el silbato y el cronómetro guardados en el cajón y cerró una página de más de cuarenta años de su vida en el Colegio San Fernando. Alumnos y compañeros de claustro le despidieron y emocionaron, haciendo que mostrase la persona entrañable que se esconde bajo su gesto, habitualmente serio. Unas semanas después realiza esta entrevista, para cuya fotografía principal elige las instalaciones deportivas exteriores. Toda una declaración de intenciones.
¿Por qué escogiste este emplazamiento para la foto de esta entrevista?
Este lugar significa fundamentalmente el cambio más importante del Colegio desde que yo lo conocí. Un cambio muy drástico y no sólo físico por las canchas de pádel, el campo de fútbol de hierba artificial y el polideportivo, sino que además significa cambiar el valor específico que desde la institución académica se da al deporte en la formación de sus alumnos.
Porque tu carrera en el San Fernando está íntimamente ligada al deporte…
Entré en el Colegio por el deporte, el balonmano, y a partir de ahí me fueron asignado algunos cursos de Educación Física de 6º de E.G.B.
¿Cómo fueron esos inicios?
Óscar Fleites, ya fallecido, que me honró con su amistad, me llama para ver si quiero entrenar a unos alumnos que jugaban a balonmano. Ocurre cuando se cambia el centro de La Magdalena a las actuales instalaciones. Empiezo en octubre y al cabo de unos meses me preguntan si puedo dar clase a un par de cursos.
¿Por qué piensa Óscar en ti?
Óscar Fleites tenía buena relación con Rafael Méndez, ‘Falo’, que era profesor del Carreño Miranda. Falo entrenaba al equipo de balonmano de División de Honor del Grupo Covadonga y yo lo hacía a los juveniles. Óscar le preguntó a 'Falo' si conocía a alguien que pudiera entrenar a los jugadores de balonmano del Colegio y 'Falo' le propuso que los entrenase yo.
¿Cómo era aquella época?
En pocos años llegó a haber mucha gente jugando a balonmano, con varios equipos en todas las categorías, pese a los inconvenientes de aquella época, en la que había que entrenar siempre en el exterior. Es determinante la incorporación de profesores del Colegio como Juan Huerga, el difunto Larrea, Roberto Cuervo, Juan Luis Pardo 'Calis' y la incorporación de Antonio Oliva y Rafael Méndez, que habían dejado de entrenar al Grupo Cultural Covadonga y vienen al Colegio a trabajar con alumnos en categoría juvenil. A los pocos años tenemos que buscar una solución para todos los jugadores que finalizaban su etapa juvenil en el centro, y ésta pasa por crear un club en la categoría regional. Se crea el Villa de Avilés, cuyo primer presidente es Julio López Peláez y los directivos son padres de alumnos, fundamentalmente. El Villa de Avilés va subiendo de categoría y llega a División de Honor, lo que le obliga a tener un equipo en la categoría juvenil. Algunos jugadores del Colegio San Fernando se van al Villa porque las condiciones de trabajo eran muy diferentes. Nuestros alumnos entrenaban a la intemperie. Me acuerdo de un año en el que empezábamos a entrenar a las seis de la mañana por cuestiones de horarios, estudio, etc. Entrenar a la intemperie, significa progresar como mínimo un 50% menos que los que entrenan en un polideportivo. Sin la referencia en la categoría juvenil de buenos jugadores, el resto de categorías inferiores pierden atractivo para los alumnos y la sección de balonmano vaya bajando en cantidad y tiende a desaparecer, como efectivamente sucedió.
Háblanos de tu faceta como profesor.
Empecé a trabajar con Óscar Fleites y Francisco Doval en los niveles de B.U.P. y E.G.B. (6º,7º y 8º). En el departamento de Educación Física la única instalación cubierta que teníamos era lo que es ahora el Aula de Tecnología. Intentamos mejorar las cosas para nuestros alumnos, poco a poco se van fijando criterios de exigencia, adecuación y calificación para ayudar a los alumnos en su desarrollo físico. Fue un proceso que duró muchos años, los grandes cambios en la educación hay que hacerlos desde abajo. Cuando me tocó ser jefe del departamento de Educación Física, uno de mis mayores objetivos era conseguir que los profesores que impartían pocas horas de clase de Educación Física a la semana, lo hiciesen todas las horas. Había muchos profesores en el departamento y conseguimos ser menos numeroso cada año, llegando a tener un departamento donde el profesorado solo impartía Educación Física. Eso llevó muchos años, porque reconvertir un sistema de enseñanza al modelo que nosotros pretendíamos no es fácil, tienes que tener personal dispuesto a renunciar a las asignaturas de aula. Me estoy acordando de Álvaro Lozano Sol, que es un profesor que renuncia a las clases en aula de Biología para integrarse totalmente en el Departamento de Educación Física. Un menor número de personas en el departamento nos permitió ser capaces de ir consensuando acuerdos y objetivos de futuro para la Educación Física del Colegio.
¿Qué otros momentos remarcarías en la relación entre el deporte y el Colegio?
Un hecho importante para el Departamento de Educación Física y el deporte en el Colegio fue que la dirección apostó por implantar un ciclo de formación profesional de Actividades Físicas. Se contrató a profesionales muy cualificados que mejoraron la relación del profesor con el alumno dentro y fuera del aula. Me estoy acordando de Carlos Prendes, José Antonio Rodas, Margarita Vaquero, Mari Cruz Vaquero y otros muchos, que además de impartir los contenidos de sus asignaturas, se relacionaban con ellos de forma muy próxima en el aula, pasillos, cafetería, patios y demás espacios del centro. El resto de alumnos de alguna forma empezaron a ver a los profesores de otra manera y comenzaron a tener comportamientos parecidos. Gracias a esta situación se empezó a cambiar lo que hacíamos y cómo lo hacíamos. Muchos de los alumnos del ciclo formativo entrenaban en el Colegio, en diferentes disciplinas deportivas, a otros alumnos mucho más jóvenes, y ponían en práctica los contenidos y enseñanzas recibidas. En consecuencia, en general, el nivel del deporte del centro se benefició, y mucho.
¿Cambió la forma de enseñar?
Así es. En mis primeros años me encuentro en el Colegio con unas clases consistentes en una actividad de gimnasia sueca y juego por libre. Fuimos reconduciendo la asignatura a que los alumnos fuesen capaces de trabajar de forma individual, por parejas o por equipos y proponiendo diferentes formas de trabajar. Al hacerse cargo Mari Cruz Vaquero, persona muy preparada, mucho más joven, que viene de Barcelona de trabajar posiblemente en el mejor y mayor club de tenis de España, da a su vez otro impulso a toda la asignatura, consensuado y basado en nuestras experiencias. Decidimos tener menos exigencia a la hora de alcanzar niveles de contenidos físicos y ser mucho más rigurosos en alcanzar altos niveles actitudinales en nuestros alumnos.
Comentabas antes que al principio esto no era así, entre otras cosas, porque la sociedad de entonces era diferente. ¿Cómo era?
Los alumnos cambian porque la sociedad cambia, pero también porque la actitud en las familias y profesores se modifica. Como anécdota, en aquellos años a alguien que no estudiara bien se le castigaba sin deporte, lo cual generalmente produce dos perjuicios: no modificar su actitud ante el estudio, además de perjudicar su desarrollo físico y mental. El deporte aporta a las personas muchos valores y hábitos de conductas que utilizamos en nuestra vida cotidiana. Son las propias familias las que se vuelcan en que sus hijos hagan deporte y procuran que las cuestiones académicas no interfieran en ello. La gente que hacía deporte en mi época, cuando tenía 14-15 años, éramos como gente rara; hoy la diferencia es abismal. Ver gente por la calle haciendo deportes es algo muy normalizado. Me estoy acordando, en los primeros años 80, de salir de casa en chándal para venir al Colegio a entrenar a las 6 de la mañana a un equipo juvenil y notabas que la gente que iba a trabajar te miraba. No creo que ahora nadie mire a nadie porque vaya haciendo deporte, lo ve como algo muy normal.
Ese cambio social, ¿se percibió en el Colegio?
El Colegio hizo muchos cambios desde el principio, pero los más sustanciales llegaron muchos años después. Me acuerdo de una frase que decía Óscar Fleites, durante muchos años al frente del deporte en el Colegio, cuando se crea Sanfer Deportes y Actividades. M decía que “la diferencia entre tu época y la mía es que yo manejaba pesetas y tú manejas millones”. Si el Colegio no hubiese invertido no sólo en instalaciones, sino en otras cuestiones que no se ven, no estaríamos en la situación en la que estamos. La Titularidad lo que ha hecho es poner a disposición de los alumnos diferentes actividades que les permiten y ayudan en su desarrollo físico e integración social con otras personas.
En este papel integrador jugó un gran papel el club Sanfer…
Es muy importante. Un gran grupo de profesores del Colegio, que daban clase fundamentalmente en Primaria, decidió hacer actividades extraescolares en beneficio de los alumnos. Esto supuso que la vinculación del alumno al centro fuera muy grande, sentimentalmente hablando. Me acuerdo de Alonso, Roberto, Adolfo, Varela, Marino Soria y otras muchas personas que no he nombrado pero que hicieron que la integración tanto de alumnos como de profesores de ambos centros, San Fernando y Agustinos, fuese muy rápida y positiva. Todas estas personas crean Sanfer e hicieron muchos esfuerzos, esfuerzos que no tenían compensación económica. El Colegio, por su parte, potencia todas estas actividades y cada año aporta más recursos económicos para trata de ayudar a Sanfer a mejorar. La sociedad cambia durante todo este proceso, y el cambio en la sociedad te obliga a que tú también te adecúes y cambies, te empuja a realizar mejoras en las instalaciones y a prestar mejores condiciones y servicios a los alumnos. Todo este proceso tiene un cambio muy significativo con Sanfer Deportes y Actividades.
Todos estos resultados tienen que proporcionar una satisfacción enorme, ¿verdad?
En muchas ocasiones digo que nosotros trabajamos con el mejor material que hay en el mundo, que son los seres humanos. Nuestro principal objetivo es formar buenas personas, independientemente del nivel profesional que puedan alcanzar. Tratamos de formar alumnos con un gran contenido en valores y de gran calidad humana. La gran mayoría de nuestros alumnos tiene vínculos afectivos con el Colegio San Fernando, y nosotros somos parte del Colegio. Son muchísimos los casos en los que te encuentras a la vuelta de veinte años a una persona en un sitio que no te esperas y que te muestra su afecto. Nosotros tenemos una gran ventaja respecto a muchas otras personas que hacen cosas importantes, y es que el afecto que nosotros damos a los alumnos nos vuelve multiplicado por diez. Por otra parte, el Colegio tiene un prestigio y ámbito social que te abre muchas puertas.
¿Qué consejo le darías a un profesor/a que comience ahora en el Colegio?
Sigo creyendo que alguien que quiera hacer las cosas bien, aunque se equivoque, tiene mucho andado si la relación con sus alumnos parte del afecto. Antes se empezaba por el respeto y se pasaba al afecto. Lo primero que les diría es que les guste lo que hacen, que amen lo que hacen, que trabajar cuarenta años en algo que no te gusta tiene que ser francamente horrible. y frustrante. Los profesores que trabajan con niños pequeños tienen una ventaja muy grande con respecto a otros niveles, y es que el niño que detecta cariño enseguida te lo devuelve. Alguien que te tiene cariño es más fácil de orientar, reconducir cuando se equivoca, inculcar, etc. Es una cuestión de atención y tiempo, fundamentalmente. Cuando tienen más edad son más distantes y las cosas se complican mucho, pero en Bachillerato el alumno ya vuelve a mostrar afecto y no solamente respeto. Aunque sigue todavía en esa lucha de si le vas a beneficiar o perjudicar en las notas. En segundo lugar, entender que lo realmente importante es el alumno, que no es la familia, ni uno mismo, que hay que intentar que los alumnos sean lo mejor posible, cada uno en la medida de sus posibilidades, porque, lógicamente, las circunstancias de cada uno son muy distintas. En tercer lugar, que trate de apoyarse en esas personas que le puedan aconsejar por tener muchas más experiencia, porque sinsabores los va a haber, antes de alcanzar los objetivos. Por último, que sea altruista, que se acuerde de los maestros y profesores que fundaron el club Sanfer, cuyo tiempo libre, en vez de dedicárselo a sus hijos y a sus familias, se lo dedicaba a sus alumnos.
¿Y ahora?
Una frase frecuente de Óscar Fleites en la oficina de Sanfer Deportes y Actividades cuando me decía “vamos a tomar un café”, y yo le contestaba “un momento Oscar”, era: “chico, en un tu momento voy a Salinas, como, hago la siesta y todavía he llegado pronto”. Ahora quiero dedicar tiempo a Mari, mis hijos, madre, hermanos y nieta. También a mis amigos, que son personas con las que me gusta hablar y que me aportan nuevos conocimientos. Y, por supuesto, jugar al golf.